URNA CENTENARIA:
“Este año es muy especial, pues se celebra el Bicentenario del Grito de Independencia. Fue en nuestra Bogotá donde crecieron las raíces de la libertad de Colombia. El 20 de julio de este año abriremos la Urna Centenaria que reposa en el Museo de Bogotá y que posiblemente atesora documentos, fotos y demás material histórico de 1910, cuando se celebró el centenario del Grito de la Independencia. “Para abrirla el 20 de julio de 2010”, dice la inscripción de la tapa. Eso haremos. Además, lanzaremos una convocatoria para llenar una nueva urna con objetos representativos de la Bogotá del siglo XXI. Una urna que permanecerá cerrada durante 100 años”.
ORIGEN DE LA URNA CENTENARIA:
La urna centenaria que reposa hoy en el Museo de Bogotá , y que se encuentra a cargo de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, se ha mantenido cerrada desde octubre de 1911 hasta nuestros días.
Siendo poca la información recopilada hasta el momento con respecto a su trayectoria y origen, el Instituto ha estado reconstruyendo su historia lentamente a partir de datos precisos encontrados en periódicos, archivos de notaría, actas de sesión del Concejo y, por su puesto, de la misma urna, que como documento y objeto protagonista, se ha constituido en el punto de partida de la indagación.
En su puerta frontal, la urna lleva impreso el designio del Concejo Municipal de la ciudad hace ya casi cien años:
URNA CENTENARIA. Para abrirla el 20 de julio de 2010.
La cierra el CONCEJO MUNICIPAL de 1911.
Contiene documentos y publicaciones referentes a los festejos del PRIMER CENTENARIO DE 1810.
La información de esta inscripción se encuentra explicada con mayor profundidad en las dos actas correspondientes a la ceremonia de clausura de la urna. La primera de ellas se encuentra en los libros de actas del Concejo Municipal del año 1911 (actualmente en el Fondo del Concejo Municipal del Archivo de Bogotá) y la segunda acta, correspondiente a una versión más detallada de la primera, fue publicada en el Registro Municipal y protocolizada en la Notaría Segunda de Bogotá por el Notario Segundo de la época (hoy en día en el Fondo de Notarías del Archivo General de la Nación).
Según los datos encontrados, la idea de hacer una urna centenaria provino de una resolución dictada por la Comisión Nacional del Centenario “referente a la colocación de una caja metálica de los documentos importantes que figuraron en las festividades del primer Centenario”(Acta del Registro Municipal). Sin embargo, fue el Concejo Municipal de Bogotá el que finalmente adoptaría la idea en la sesión del 27 de junio de 1910 y luego, el 31 de octubre de 1911, en medio de una celebración solemne, sellaría la urna con la condición de que tan sólo fuera abierta cien años después.
La ceremonia se llevó a cabo durante una sesión extraordinaria del Concejo el 31 de octubre de 1911 a las ocho de la noche, como parte de sus últimas actividades, antes de que entrara en regencia el nuevo Concejo de la ciudad. A la sesión asistieron algunos de los concejales, el Alcalde, el Personero, el Director de Higiene y Salubridad y de Obras Públicas, el Tesorero Municipal y el notario segundo del circuito Julio Pinzón Escobar. Según el acta del libro del Concejo, “estando ya preparados todos los documentos, libros, folletos, fotografías” que debían colocarse en la urna, se procedió a firmar el documento de la sesión sobre una hoja de pergamino en presencia del Notario Segundo.
Para el cierre de la urna, en el acta publicada en el Registro Municipal se menciona la existencia de tres llaves, “una de las cuales será entregada al señor Presidente de la República, la otra, al Ilustrísimo Señor Arzobispo de Bogotá, y la tercera será depositada en la Notaría Segunda de este circuito. Junto con esta última llave protocolizará dicho Notario un duplicado de la presente acta”.
El acta protocolizada por el notario Julio Pinzón Escobar, fue registrada con la escritura número 2453 en la Notaría Segunda de Bogotá e incluye un ejemplar auténtico del acta de la sesión celebrada el 31 de octubre, así como una carta enviada por el secretario municipal Antonio M. Londoño al Notario en la que explica:
Tengo el honor de incluir con este oficio, un ejemplar auténtico del acta de clausura de la Urna Centenaria, que en su presencia y bajo su firma, se extendió ayer en el salón de sesiones del Concejo Municipal.
Además, acompaño en pliego separado con cubierta de pergamino, una de las tres llaves con que fue cerrada la urna expresada, y, el inventario de los documentos que ella contiene; esto con el fin de que U. se sirva guardar en lugar seguro y con la debidas precauciones, estos documentos y la llave adjunta, para que sus sucesores en esa notaría hagan otro tanto, hasta que sea llegada la fecha en que habrá de ser abierta la urna solemnemente, que será el 20 de julio de 2010.
Si bien la intención del Concejo de 1911 fue la de dejar una copia de la llave y del inventario en un lugar que perdurara en el tiempo previendo que los funcionarios sucesores de la Notaría conservarían estos elementos hasta el año 2010, a la fecha, ninguno de estos dos objetos se encuentra en la Notaría segunda de Bogotá. Como informó el Notario Segundo de Bogotá Juan Arciniegas Franco1, toda la información que reposaba en la Notaría con fecha anterior a 1961, fue trasladada al Fondo de Notarías del Archivo General de la Nación. Posiblemente tanto el inventario como la llave se extraviaron mucho antes que la documentación fuera trasladada.
“Este año es muy especial, pues se celebra el Bicentenario del Grito de Independencia. Fue en nuestra Bogotá donde crecieron las raíces de la libertad de Colombia. El 20 de julio de este año abriremos la Urna Centenaria que reposa en el Museo de Bogotá y que posiblemente atesora documentos, fotos y demás material histórico de 1910, cuando se celebró el centenario del Grito de la Independencia. “Para abrirla el 20 de julio de 2010”, dice la inscripción de la tapa. Eso haremos. Además, lanzaremos una convocatoria para llenar una nueva urna con objetos representativos de la Bogotá del siglo XXI. Una urna que permanecerá cerrada durante 100 años”.
ORIGEN DE LA URNA CENTENARIA:
La urna centenaria que reposa hoy en el Museo de Bogotá , y que se encuentra a cargo de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, se ha mantenido cerrada desde octubre de 1911 hasta nuestros días.
Siendo poca la información recopilada hasta el momento con respecto a su trayectoria y origen, el Instituto ha estado reconstruyendo su historia lentamente a partir de datos precisos encontrados en periódicos, archivos de notaría, actas de sesión del Concejo y, por su puesto, de la misma urna, que como documento y objeto protagonista, se ha constituido en el punto de partida de la indagación.
En su puerta frontal, la urna lleva impreso el designio del Concejo Municipal de la ciudad hace ya casi cien años:
URNA CENTENARIA. Para abrirla el 20 de julio de 2010.
La cierra el CONCEJO MUNICIPAL de 1911.
Contiene documentos y publicaciones referentes a los festejos del PRIMER CENTENARIO DE 1810.
La información de esta inscripción se encuentra explicada con mayor profundidad en las dos actas correspondientes a la ceremonia de clausura de la urna. La primera de ellas se encuentra en los libros de actas del Concejo Municipal del año 1911 (actualmente en el Fondo del Concejo Municipal del Archivo de Bogotá) y la segunda acta, correspondiente a una versión más detallada de la primera, fue publicada en el Registro Municipal y protocolizada en la Notaría Segunda de Bogotá por el Notario Segundo de la época (hoy en día en el Fondo de Notarías del Archivo General de la Nación).
Según los datos encontrados, la idea de hacer una urna centenaria provino de una resolución dictada por la Comisión Nacional del Centenario “referente a la colocación de una caja metálica de los documentos importantes que figuraron en las festividades del primer Centenario”(Acta del Registro Municipal). Sin embargo, fue el Concejo Municipal de Bogotá el que finalmente adoptaría la idea en la sesión del 27 de junio de 1910 y luego, el 31 de octubre de 1911, en medio de una celebración solemne, sellaría la urna con la condición de que tan sólo fuera abierta cien años después.
La ceremonia se llevó a cabo durante una sesión extraordinaria del Concejo el 31 de octubre de 1911 a las ocho de la noche, como parte de sus últimas actividades, antes de que entrara en regencia el nuevo Concejo de la ciudad. A la sesión asistieron algunos de los concejales, el Alcalde, el Personero, el Director de Higiene y Salubridad y de Obras Públicas, el Tesorero Municipal y el notario segundo del circuito Julio Pinzón Escobar. Según el acta del libro del Concejo, “estando ya preparados todos los documentos, libros, folletos, fotografías” que debían colocarse en la urna, se procedió a firmar el documento de la sesión sobre una hoja de pergamino en presencia del Notario Segundo.
Para el cierre de la urna, en el acta publicada en el Registro Municipal se menciona la existencia de tres llaves, “una de las cuales será entregada al señor Presidente de la República, la otra, al Ilustrísimo Señor Arzobispo de Bogotá, y la tercera será depositada en la Notaría Segunda de este circuito. Junto con esta última llave protocolizará dicho Notario un duplicado de la presente acta”.
El acta protocolizada por el notario Julio Pinzón Escobar, fue registrada con la escritura número 2453 en la Notaría Segunda de Bogotá e incluye un ejemplar auténtico del acta de la sesión celebrada el 31 de octubre, así como una carta enviada por el secretario municipal Antonio M. Londoño al Notario en la que explica:
Tengo el honor de incluir con este oficio, un ejemplar auténtico del acta de clausura de la Urna Centenaria, que en su presencia y bajo su firma, se extendió ayer en el salón de sesiones del Concejo Municipal.
Además, acompaño en pliego separado con cubierta de pergamino, una de las tres llaves con que fue cerrada la urna expresada, y, el inventario de los documentos que ella contiene; esto con el fin de que U. se sirva guardar en lugar seguro y con la debidas precauciones, estos documentos y la llave adjunta, para que sus sucesores en esa notaría hagan otro tanto, hasta que sea llegada la fecha en que habrá de ser abierta la urna solemnemente, que será el 20 de julio de 2010.
Si bien la intención del Concejo de 1911 fue la de dejar una copia de la llave y del inventario en un lugar que perdurara en el tiempo previendo que los funcionarios sucesores de la Notaría conservarían estos elementos hasta el año 2010, a la fecha, ninguno de estos dos objetos se encuentra en la Notaría segunda de Bogotá. Como informó el Notario Segundo de Bogotá Juan Arciniegas Franco1, toda la información que reposaba en la Notaría con fecha anterior a 1961, fue trasladada al Fondo de Notarías del Archivo General de la Nación. Posiblemente tanto el inventario como la llave se extraviaron mucho antes que la documentación fuera trasladada.
PROPUESTA TÉCNICA PARA LA URNA BICENTENARIA:
Al ser la urna bicentenaria una cápsula de tiempo, resulta determinante conocer las implicaciones técnicas y conceptuales de la misma para que cumpla su función a cabalidad durante cien años.
La urna puede enmarcarse dentro de la definición de una cápsula de tiempo ya que según la “International Time Capsule Society” (ITCS), una cápsula de tiempo es “un contenedor usado para almacenar para la posteridad una selección de objetos pensados para ser representativos de la vida de un momento/ tiempo en particular”6. Según esta sociedad, alrededor del mundo hay aproximadamente 10,000 cápsulas de tiempo, de las cuales, la mayoría se encuentra perdida debido a que se han olvidado los lugares en que fueron ubicadas. Ya que la urna bicentenaria cumpliría la función de “guardar la memoria” de la ciudad hasta dentro de un siglo, resulta importante tener las precauciones necesarias para que la “cápsula” no se olvide y para que las condiciones de conservación de la misma sean las mejores con el fin de lograr mantener en el mejor estado posible, los objetos a almacenar.
Hay varios casos de cápsulas de tiempo alrededor del mundo, dentro de los que vale la pena destacar algunos ejemplos por sus orígenes e implicaciones. El primero corresponde a la “cripta de la civilización”, un proyecto realizado en la Oglethorpe University en Atlanta, para contener objetos testimoniales de la civilización para el futuro. El proyecto de la cripta comenzó sus gestiones en 1938 para ser finalmente cerrada el 28 de mayo de 1940. Se realizó en la cámara subterránea de una antigua piscina que fue adaptada técnicamente para conservar distinto tipo de material, y fue proyectada para ser abierta el 28 de mayo del año 8113.
En la cripta se almacenaron mas de 640,000 páginas de material microfilmado, cientos de grabaciones incluidas las voces de políticos como Hitler, Stalin, Chamberlain y Roosevelt e incluso de Popeye el marino; muñecos como un pato Donald, objetos de uso cotidiano, además de un manual para enseñar inglés a los que encuentren la cripta en el futuro. Actualmente, la Asociación de Cápsulas de tiempo funciona en la Oglethorpe University en honor a esta cripta.
Un año después de la cripta de la civilización, la empresa Westinghouse en la Feria Mundial de New York de 1939, presentó un objeto con el nombre de “cápsula de tiempo”, a manera de un misil que contenía miles de documentos microfilmados y pequeños objetos como elementos de uso diario, muñecos, textiles y muestras de material de todo tipo como aleaciones, cauchos, plásticos, además de semillas y dinero entre otros. A raíz de este caso, se adoptó mundialmente la denominación “cápsula de tiempo”.
El tercer ejemplo de cápsula de tiempo corresponde al de las sondas espaciales Voyager 1 y 2, lanzadas por Estados Unidos el 5 de agosto y el 20 de septiembre de 1977. Cada una de las sondas lleva un disco de oro con una selección de hora y media de duración de saludos en 55 idiomas, música de diferentes partes del mundo, una mezcla de sonidos característicos del planeta y un saludo del entonces Secretario General de Naciones Unidas. Además de esto, se explica la localización del sistema solar, unidades de medidas, características del cuerpo y la sociedad humana. El objetivo de las sondas es el de ser por si mismas un testimonio de la existencia de la humanidad y del planeta tierra, en vista a la posibilidad que existan otras formas de vida en el universo.
El último caso de cápsula de tiempo es la “Cámara global de semillas de Svalbard” que ha sido nombrada por la prensa como el “Arca de Noé” o la “cámara del día del juicio final”8. El objetivo de la cámara que se encuentra en una isla de Noruega en el polo Norte, es el de guardar muestras de semillas de todas las especies comestibles del mundo, previendo el peligro de que éstas se extingan debido a la actividad humana o a desastres naturales. Esta cápsula del tiempo estipuló que tan sólo en el caso de que todas las semillas de cierto tipo hayan sido destruidas o se hayan agotado, podrán ser extraídas de la cámara.
La urna bicentenaria deberá cumplir con la característica de ser sellada para no ser abierta sino hasta el 20 de julio de 2110 así como con condiciones técnicas especiales. A su vez se esperaría que no fuera enterrada ya que con el paso del tiempo podría olvidarse su lugar e incluso podría deteriorase más rápido al encontrarse bajo tierra.
Lugar en que se depositará la urna:
Se proyecta que la urna sea ubicada en la Alcaldía Mayor de Bogotá en un lugar que garantice tanto la exhibición y reconocimiento permanente de la urna, como su adecuada conservación en el tiempo. Siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Internacional de Cápsulas de Tiempo, se sugiere no enterrarla para que no se corra el riesgo de que sea olvidada más fácilmente.
Acto de cierre de la urna:
Posterior al acto de apertura de la urna centenaria, se procederá a cerrar la nueva urna. Para este acto deberán definirse las personas que participarán directamente en el cierre, así como el plan de conservación del mecanismo de seguridad de la urna. Si se tratase de una llave o de un sistema mecánico, puede plantearse que el original y una copia de ésta junto con el inventario de objetos contenidos dentro de la urna sean guardados en el Archivo de Bogotá y en el Museo de Bogotá a lo largo de los años.
Al ser la urna bicentenaria una cápsula de tiempo, resulta determinante conocer las implicaciones técnicas y conceptuales de la misma para que cumpla su función a cabalidad durante cien años.
La urna puede enmarcarse dentro de la definición de una cápsula de tiempo ya que según la “International Time Capsule Society” (ITCS), una cápsula de tiempo es “un contenedor usado para almacenar para la posteridad una selección de objetos pensados para ser representativos de la vida de un momento/ tiempo en particular”6. Según esta sociedad, alrededor del mundo hay aproximadamente 10,000 cápsulas de tiempo, de las cuales, la mayoría se encuentra perdida debido a que se han olvidado los lugares en que fueron ubicadas. Ya que la urna bicentenaria cumpliría la función de “guardar la memoria” de la ciudad hasta dentro de un siglo, resulta importante tener las precauciones necesarias para que la “cápsula” no se olvide y para que las condiciones de conservación de la misma sean las mejores con el fin de lograr mantener en el mejor estado posible, los objetos a almacenar.
Hay varios casos de cápsulas de tiempo alrededor del mundo, dentro de los que vale la pena destacar algunos ejemplos por sus orígenes e implicaciones. El primero corresponde a la “cripta de la civilización”, un proyecto realizado en la Oglethorpe University en Atlanta, para contener objetos testimoniales de la civilización para el futuro. El proyecto de la cripta comenzó sus gestiones en 1938 para ser finalmente cerrada el 28 de mayo de 1940. Se realizó en la cámara subterránea de una antigua piscina que fue adaptada técnicamente para conservar distinto tipo de material, y fue proyectada para ser abierta el 28 de mayo del año 8113.
En la cripta se almacenaron mas de 640,000 páginas de material microfilmado, cientos de grabaciones incluidas las voces de políticos como Hitler, Stalin, Chamberlain y Roosevelt e incluso de Popeye el marino; muñecos como un pato Donald, objetos de uso cotidiano, además de un manual para enseñar inglés a los que encuentren la cripta en el futuro. Actualmente, la Asociación de Cápsulas de tiempo funciona en la Oglethorpe University en honor a esta cripta.
Un año después de la cripta de la civilización, la empresa Westinghouse en la Feria Mundial de New York de 1939, presentó un objeto con el nombre de “cápsula de tiempo”, a manera de un misil que contenía miles de documentos microfilmados y pequeños objetos como elementos de uso diario, muñecos, textiles y muestras de material de todo tipo como aleaciones, cauchos, plásticos, además de semillas y dinero entre otros. A raíz de este caso, se adoptó mundialmente la denominación “cápsula de tiempo”.
El tercer ejemplo de cápsula de tiempo corresponde al de las sondas espaciales Voyager 1 y 2, lanzadas por Estados Unidos el 5 de agosto y el 20 de septiembre de 1977. Cada una de las sondas lleva un disco de oro con una selección de hora y media de duración de saludos en 55 idiomas, música de diferentes partes del mundo, una mezcla de sonidos característicos del planeta y un saludo del entonces Secretario General de Naciones Unidas. Además de esto, se explica la localización del sistema solar, unidades de medidas, características del cuerpo y la sociedad humana. El objetivo de las sondas es el de ser por si mismas un testimonio de la existencia de la humanidad y del planeta tierra, en vista a la posibilidad que existan otras formas de vida en el universo.
El último caso de cápsula de tiempo es la “Cámara global de semillas de Svalbard” que ha sido nombrada por la prensa como el “Arca de Noé” o la “cámara del día del juicio final”8. El objetivo de la cámara que se encuentra en una isla de Noruega en el polo Norte, es el de guardar muestras de semillas de todas las especies comestibles del mundo, previendo el peligro de que éstas se extingan debido a la actividad humana o a desastres naturales. Esta cápsula del tiempo estipuló que tan sólo en el caso de que todas las semillas de cierto tipo hayan sido destruidas o se hayan agotado, podrán ser extraídas de la cámara.
La urna bicentenaria deberá cumplir con la característica de ser sellada para no ser abierta sino hasta el 20 de julio de 2110 así como con condiciones técnicas especiales. A su vez se esperaría que no fuera enterrada ya que con el paso del tiempo podría olvidarse su lugar e incluso podría deteriorase más rápido al encontrarse bajo tierra.
Lugar en que se depositará la urna:
Se proyecta que la urna sea ubicada en la Alcaldía Mayor de Bogotá en un lugar que garantice tanto la exhibición y reconocimiento permanente de la urna, como su adecuada conservación en el tiempo. Siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Internacional de Cápsulas de Tiempo, se sugiere no enterrarla para que no se corra el riesgo de que sea olvidada más fácilmente.
Acto de cierre de la urna:
Posterior al acto de apertura de la urna centenaria, se procederá a cerrar la nueva urna. Para este acto deberán definirse las personas que participarán directamente en el cierre, así como el plan de conservación del mecanismo de seguridad de la urna. Si se tratase de una llave o de un sistema mecánico, puede plantearse que el original y una copia de ésta junto con el inventario de objetos contenidos dentro de la urna sean guardados en el Archivo de Bogotá y en el Museo de Bogotá a lo largo de los años.
HECHO POR DONNY Y EXTRAIDO DE WWW.CULTURARECREACIONYDEPORTE.GOV.CO
PARA MAS INFORMACION VISITA WWW.BICENTENARIOPASOS.BLOGSPOT.COM
GRACIAS
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